Fardelejos Miguel Solana estuvo presente en el Mercado Artesano de Logroño, en las fiestas patronales de San Bernabé.
Cuando llegan las fiestas de San Bernabé, Logroño se reencuentra con su pasado. Las fiestas patronales de la ciudad suponen un retroceso en el tiempo para recordar unos símbolos y uno hecho que durante el resto de año perduran en el olvido, pero que los logroñeses recuerdan con orgullo en torno a la festividad del santo patrono.
Desde principios del mes de junio, Logroño comienza a tornar los ojos a un pasado épico y glorioso fechado en 1521 en el que los ciudadanos de una, entonces, pequeña villa castellana plantó cara al todopoderoso ejército francés, alimentado también por tropas navarras. Los logroñeses aguantaron un dramático sitio de 17 días hasta que el día 11 de junio, el Duque de Nájera pudo enfrentarse al invasor y levantar el cerco a las murallas logroseñas. En su honor, los logroñeses inauguran ese día con unas salvas de de cañonazos.
La leyenda cuenta que los habitantes de la ciudad consiguieron sobrevivir gracias al pan elaborado con el grano que tenían almacenado intramuros y los peces que diariamente, en la oscuridad de la noche, conseguían pescar en el río Ebro. De ahí, que uno de los hechos más tradicionales de las fiestas de la capital riojana sea el reparto de los panes y los peces que tiene lugar en la mañana del día 11 de junio y de la que se encarga la Cofradía del Pez y que congrega a miles de logroñeses de toda edad y condición a las puertas de la antigua muralla para evocar aquel gesto de sus antepasados.
La institución encargada de mantener viva la tradición –la Cofradía del Pez- también esta carga de simbolismo. Sus miembros de número son 26, o lo que es lo mismo, la suma de la cifras que componen la fecha del día en que se rompió el cerco francés: 11 del 6 de 1521. En la actualidad, la Cofradía cuenta con 3 miembros eméritos y 11 honorarios.